Antes
de comenzar este post quiero citar al Primer Ministro de Japón en los
años setenta del pasado siglo, kakuei Tanaka, quien declaró en una oportunidad
que “la tercera guerra mundial ya había comenzado, las armas no eran balas ni cañones,
sino desarrollo económico y científico tecnológico”.
Ciertamente
el mundo se mueve a través de las relaciones políticas y económicas, en el
intercambio de bienes y servicios a través de un mercado que se va
desarrollando aprovechándose mayormente de los días festivos donde se
conmemoran sucesos, uno de esos es el día de San Valentín, donde el comercio se
ha visto muy beneficiado por que cada humano desea regalar y recibir algún
objeto en ese día en especial, que también sucede en el día de la madre, del
padre y otros, que deberían de honrarse todo los días del año.
Cuando
decimos que “el mundo es un centro comercial” podemos reflexionar sobre éste
comercio que mueve al mundo donde cada país se ha especializado en la
producción de diversos productos que compiten con los productos de otros países
generando una competencia donde se debate el precio y la calidad de estos.
Siempre,
cada persona cree que es libre para comprar lo que desean, pero nos movemos en
el mundo donde la publicidad, muchas veces engañosa, conducen a la gente a no
comprar lo que realmente deseaban, manipulando las necesidades y convenciendo a
los consumidores a invertir en algo que realmente no necesitaban sabiendo que
nunca nada es suficiente y ninguna compra les hacen sentir conformes.
¿Realmente
las personas son felices? La humanidad se ha vuelto sumamente artificial donde
importa más si tienes el teléfono de última generación o si posees ropa de
marca, compitiendo con tener mejores cosas que su “amigo”, vecino o familia; olvidando
lo que realmente importa, dejando de dar sentido a lo que la vida signifique
individualmente en la búsqueda de poseer mejores cosas.
El mundo, que no es a lo que nos referimos cuando hablamos del planeta, a parte de comercial, se ha vuelto en cierto sentido muy inhumano, donde muchos se burlan de las enfermedades, de las apariencias, donde la mentira y el odio se han vuelto el pan de cada día; humillando y señalando a aquella persona que padece de una condición, que lo hace diferente y especial a todas aquellas personas que dicen sen normales.
En
este sentido, la multitud se han vuelto muy arrogantes al sentirse más
importantes que otros por poseer mayores privilegios, donde se toma muy a pecho
las diferencias sociales ya que es claro que no todos pueden, ni tienen la
misma capacidad de invertir todo su dinero en actualizar su vestuario o la
tecnología que posea, aunque si hay algo cierto, es que una persona preparada y
con ganas de superarse es capaz de sobrepasar cualquier límite que vea en el
camino de su vida.
Kisses, Rosa.
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